1915. Pierre-Auguste vive atormentado. Su esposa ha muerto, sus hijos fueron heridos en batalla y sufre una artritis muy dolorosa. Y entonces llega Andrée, pelirroja, bellísima y rebosante de energía.Y este señor, con sus sufrientes manos vendadas, vuelve a sus pinceladas, cada vez más rápidas y menos dudosas, porque no le queda tiempo para pensar tanto. El artista es Renoir. Su hijo, el director Jean Renoir. Y Andrée la musa de ambos. No es una historia bohemia repleta de colores y sucesos acelerados. Ya no se pintan cuadros de cabareteras ni calles ajetreadas. “Renoir” trata de los últimos días de un anciano. ¿Que enternecen? Sí. Ver a un hombre como él, con su gran carácter y crudo sentido del humor, postrado inmóvil en una silla recuerda que la vejez no perdona a nadie. ¿Que falta algo?

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